domingo, marzo 25, 2012

LA CRIATURA DEL BOSQUE,
Pedro Riera, Edebé, 2009.


            “La criatura del bosque”, de Pedro Riera,  es una de esas novelas que crean lectores y que pueden leerse varias veces a lo largo de la vida ya que, en cada lectura, dependiendo de la edad de lector, uno irá descubriendo nuevos aspectos e identificándose con un personaje u otro.
            No es fácil ser un niño como Matías, el protagonista de 10 años, que tiene una cualidad que no siempre es bien entendida por los demás. Matías puede comunicarse con las cosas y con los animales; pero no es algo que le permita vivir de una manera idílica, en absoluto, porque, a menudo las cosas son realmente impredecibles. ¿Cómo parar a una cerilla pirómana?, ¿cómo proteger a un servilletero roto de la crueldad de sus compañeros?, ¿cómo entenderse con un abejorro conquistador?, ¿cómo ayudar a un bonsái deforme?, ¿cómo guardar esos secretos? Matías, pese a todo, es un niño feliz que vive con su madre, hasta que un buen día, su padre, Simón Rotundo, decide tomar cartas en el asunto y hacer de su hijo el modelo que él quisiera para sí mismo, sin pensar en los intereses del pequeño, sino solo en su vanidad, en su egoísmo de hombre hecho a sí mismo, que ha superado un pasado de pobreza y que hace de su riqueza material su tarjeta de presentación. Simón es publicista (vendedor de coches, dice su hijo) y quiere que Matías siga sus pasos e inscribirlo en una escuela de élite, contra los deseos del niño. Para ello lo lleva un verano a su pueblo, Acedo de los Aguiluchos, en donde Matías entra en contacto con otras realidades y conoce el secreto del “Bichogordo”.
            Todos los vecinos del pueblo pensaban de el “Bichogordo” era uno de ellos disfrazado, ya que desde hace 30 años, una noche especial, los niños del pueblo se internan en el bosque para recibir su bautismo de miedo a cargo del llamado “Bichogordo”. No obstante, con Matías todo cambia porque él descubre la realidad, desea proteger al pobre animal, por el que siente una infinita pena, y acaba callando y ocultando una información, aunque eso le suponga dejar su escuela de siempre y cumplir los deseos de su padre.
            Matías crece a lo largo de ese verano, aprende a respetar a los que no son iguales y a valorar mucho más la palabra dada; es más, de alguna manera entiende que la posición de soberbia de su padre es fruto de su inseguridad porque hace del dinero su bandera.
            “La criatura del bosque” presenta una serie de personajes muy interesantes, como son la tía Úrsula, la prima Asia, Belisario, el futbolista retirado, el conde György y otros más que hacen de la novela una historia tierna, hermosa, llena de humanidad.
            “La criatura del bosque” se cuestiona también algunos de los valores de nuestra sociedad actual que no siempre está bien orientada que se suele fijar más en la apariencia de las cosas que en el verdadero trasfondo. Por eso, la mirada de Matías, limpia y no contaminada por el dinero, ve en el “Bichogordo” a un ser desvalido y amable cuya identidad hay que preservar a costa de lo que sea porque, si no, corre peligro su vida. Hay, por lo tanto, una serie de valores implícitos de la novela nada desdeñables y que apelan a la verdad de las personas y de las relaciones humanas.
            El libro está escrito en tercera persona y nos descubre, a través de los diálogos y de los fragmentos narrativos, la psicología de los personajes cuyas relaciones van evolucionando a lo largo de la historia. “La criatura del bosque” es, pues, una novela amena, llena de humor, amor y sensibilidad que gustará, como dijimos al principio, a todos los lectores.

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